A menudo, quizás demasiado a menudo, nos extrañamos cuando vemos proyectos cooperativos en los que el número de socios / as supera un determinado número. Mirado objetivamente, cada cual lo fija en función de su realidad, muchas veces única, que ha vivido.

Sientes afirmaciones mucho o poco fundamentadas que señalan que con mucha gente no se puede participar, que los proyectos cooperativos deben ser pequeños, locales, cercanos. Sientes que a partir de un tamaño todo pierde sentido.

El atractivo de esta fórmula jurídica, de cooperativa, es la flexibilidad y adaptabilidad a diferentes realidades. ¿Qué es lo importante? Creo que la clave de este modelo radica en que cada empresa cooperativa acaba dibujando como sus socios / as lo quieren. Tiene que haber un imaginario colectivo de la empresa quieren sus socios / as.

Este imaginario colectivo, construido de forma conjunta y mayoritariamente compartido, debe estar presente en los diferentes espacios y momentos de la cooperativa. Se debe respirar.

Cada cooperativa debe saber adaptarse a este imaginario colectivo. La cooperativa que en el imaginario se dibuja como pequeña, de ámbito local y / o muy especializado debe poder ser. La que opta por ser más grande, dar más servicios, también debe poder elegir su espacio.

Haciendo un símil con el fútbol, ​​debe haber equipos de barrio, equipos de pueblo, equipos de ciudad, equipos de país y equipos del mundo, así como las diferentes ligas que juegan (en nuestras cooperativas, los mercados donde están presentes ).
La dificultad radica cuando el pequeño quiere ser grande, o el mayor quiere ser pequeño. El F.C. Martinenc no puede aspirar a vender camisetas en las Ramblas o en los alrededores de la Sagrada Familia, ni el Barça puede aspirar a que sus jugadores / se vayan por la calle sin levantar una alta expectación, pero nadie duda de que tanto el F.C. Martinenc como el F.C. Barcelona son dos grandes clubes de Fútbol con más de 100 años de historia.

Tomás Llompart. Director Área de Personas de Suara Cooperativa