Desde Coll de Dalt, Servicio de Protección de Emergencia para jóvenes migrados solos, nos preocupamos por el estado emocional en el que llegan después de un largo viaje. Una migración, mayoritariamente, rodeada de peligros y situaciones bastante traumáticas que nos obliga desde la responsabilidad y el cuidado del otro a buscar espacios para canalizar las emociones derivadas de estas situaciones.

El corazón de la intervención parte del vínculo, ya que sin éste el acompañamiento se convierte en algo estéril, sin ningún efecto positivo ni facilitador. Es por esta razón que potenciamos los encuentros individuales, las asambleas, la escucha activa, la reducción de tópicos y estereotipos y en la medida de lo posible la intención empática.

Desde el inicio del Servicio, el equipo técnico ha contado con la figura de Psicología, que desde un planteamiento humanista ha centrado todas las intervenciones en la persona, desarrollando espacios seguros de apertura emocional, espacios grupales de acompañamiento y estrategias y herramientas para combatir los estados de angustia derivados del sufrimiento emocional.

Por eso, cuando hace dos meses tuvimos la oportunidad de recibir una oferta para realizar un taller de arte a partir de la pedagogía Waldorf, no me lo pensé. Este, que emplea las técnicas pictóricas y audiovisuales, tiene como finalidad utilizar las herramientas del arteterapia para alcanzar los siguientes objetivos:

 

  • Crear una oportunidad a través del arte que revierta en la salud y la autoestima de quien lo práctica.
  • Acompañar emocionalmente con el color.
  • Generar belleza y calor anímico.
  • Atender a la individualidad.

Este conjunto de principios pedagógicos aplicados a la expresión artística permite canalizar muchas emociones bloqueadas y que muchas veces son de difícil expresión verbal, especialmente, porque al encontrarse en un centro de emergencia son jóvenes que acaban de llegar al país y no hablan ni castellano ni catalán. Así pues, más allá de tan doloroso que puede ser revivir estas emociones a través de la palabra, la barrera idiomática también dificulta su expresión. Por eso, ahora a través del arte han encontrado un espacio de expresión y canalización de las emociones en el que no se requiriera el idioma, sino el pincel y el vídeo.

 

Concreción de los proyectos

Además, los jóvenes han creado un montón de obras, que han acabado cristalizándose en una exposición que hemos hecho en el local Núria Social de Olot, en el centro de la ciudad, del 19 al 28 de septiembre donde ha podido asistir al público general. Esto aún les ha servido para incrementar más la autoestima porque personas que no conocen han valorado su arte.

Asimismo, esta semana se ha retransmitido el corto que han elaborado los jóvenes migrantes, en un acto de presentación que también tuvo lugar en el Núria Social. En éste, hablan sobre las experiencias traumáticas que han sufrido en su proceso migratorio, así como los motivos de su viaje: huir de la violencia con la que convivían en sus países o la búsqueda de un sueño de una vida mejor por a ellos y sus familias.

Uno de los momentos más sobrecogedores, sin duda, es cuando uno de los testigos relata cómo vivió un vendaval mientras intentaba cruzar el estrecho de Gibraltar. “Vi morir a madres con hijos. En la patera, pensaba que todo había terminado para mí. Cuando puse mis pies en España, sabía que la patera es la muerte”, narra la voz de uno de los testigos del vídeo.

Así pues, tal y como hemos comprobado con este taller, los jóvenes migrantes han podido canalizar sus emociones y sufrimientos, así como relatar sus vivencias traumáticas. Por este motivo, nos ha parecido relevante poder compartir nuestra experiencia y esta buena práctica que ayuda a mantener intervenciones y acompañamientos llenos de sentido desde un enfoque artístico y centrado en la persona.