Superados los retos, el proceso de acogida constituye fuente de felicidad tanto para los niños, como para las personas acogedoras que amplían su núcleo familiar.


Sin embargo, que los procesos de acogida sean positivos y ayuden a mejorar la vida de los niños depende de múltiples factores. Entre ellos, las circunstancias y el estado emocional del propio niño o joven, los recursos psicoemocionales de las personas colaboradoras o de acogida, la familia de origen, los posibles hermanos, así como el acompañamiento de los profesionales durante el proceso.
 

Tanto si este proceso termina en un reencuentro con la familia de origen, como si el acogimiento temporal pasa a ser permanente, las niñas y niños pasan por momentos de adversidad, que no siempre pueden ser resueltos satisfactoriamente. Afortunadamente, cuando las dificultades son superadas, el proceso de acogida constituye fuente de felicidad tanto para los niños como para las personas acogedoras que amplían su núcleo familiar.

Desde Suara cooperativa se trabaja para que los Centros Residenciales de Acción Educativa (CRAE) como el de Albera, en colaboración con otras entidades, pueda facilitar y acompañar a aquellas familias que deseen recibir y ampliar su núcleo familiar con estos niños. El acompañamiento es fundamental por la consolidación del rol de las familias colaboradoras o de acogida y, por extensión, del éxito de los procesos que se llevan a cabo.

Muchos niños que se encuentran en centros residenciales, tienen pronóstico de larga estancia, debido a motivos como la dificultad de volver con la familia biológica, entre otros. Ésta era la situación de dos hermanas, de 5 y 8 años, que tenían una visión de futuro compleja debido a la situación familiar, y se pronosticaba una larga estancia en un recurso residencial.

Por este motivo, desde que las recibieron en el CRAE, los respectivos tutores/as, con el apoyo de otras entidades, valoraron la propuesta de acogida, y así, garantizar un futuro en un entorno familiar, dada la edad de las hermanas. Una vez descartada una acogida por familia extensa o ajena por motivos de resistencia de la familia biológica, se valoró a la familia colaboradora como mejor opción. Escogida la familia, se inició el acompañamiento previo y pasado un tiempo, se empezaron a programar espacios de encuentro semanales con las pequeñas, que rápidamente generaron un vínculo con la familia.

Este proceso, como la mayoría de los procesos de colaboración o acogimiento, trajo consigo dificultades y momentos de incertidumbre. Desde el CRAE l'Albera se procuró ofrecer a los niños el apoyo y acompañamiento que necesitaban, respetando el momento vital que estaban viviendo y ofreciendo el tiempo necesario para asumirlo.

Asimismo, la familia también pudo respetar estos espacios y tiempos, dando a los niños la seguridad que necesitaban, sintiéndose respetadas y acompañadas por los miembros de la familia. Incluir a estos niños en los importantes momentos de la vida cotidiana de la familia, como los cumpleaños, celebraciones, las visitas médicas o las actividades extraescolares contribuyó muy positivamente al establecimiento de un vínculo seguro.

Progresivamente, los períodos de vacaciones se fueron alargando y el vínculo se iba consolidando, tanto la familia como los profesionales, vieron claro que la situación se orientaba hacia el acogimiento permanente. Así pues, después de unos años como familia colaboradora y con muchas experiencias vividas entre las niñas, la familia, el equipo educativo y profesionales, finalmente se formalizó la acogida, dejando atrás la etapa de la acogida institucional para dar paso a una familia y un hogar.

Se trata, pues, de un caso de acogida satisfactoria porque todas las partes han podido realizar su proceso, respetar el de los demás, midiendo las expectativas y valorando mucho la realidad de cada uno. Desde el CRAE se ha procurado respetar estos tiempos y espacios, facilitando que se convirtiera, casi, en un proceso natural.

Desgraciadamente, el número de familias interesadas en los procesos de acogida está disminuyendo en los últimos años. Entre las posibles causas, encontramos la situación sociopolítica actual, la precariedad o las dudas sobre la complejidad que puede implicar la situación vital de estos niños y jóvenes tutelados por los organismos de atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA).

Si tienes dudas sobre convertirte en familia colaboradora y acoger a niños en tu núcleo familiar, confía en los profesionales que te acompañarán previamente y en todo el proceso de acogida. Podría ser una experiencia enriquecedora para todos.

Miguel Sánchez

Educador Social. Director del CRAE l'Albera. Más de 10 años de experiencia en Suara Cooperativa trabajando y acompañando en el ámbito de infancia y adolescencia en riesgo.

Sara Párraga

Educadora Social. Coordinadora Pedagógica del CRAE l'Albera. Más de 7 años de experiencia en Suara Cooperativa trabajando y acompañando en el ámbito de infancia y adolescencia en riesgo.